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207 rece demasiado rigurosa, y mas propia de la ley antigua que de la ley de gracia en que vi- vimos , escuche V. con igual temor y reveren- cia las expresiones de nuestro amable Salvador Jesu-Cristo, Dios y hombre verdadero, en el Testamento nuevo. « Yo soy (dice) el buen « Pastor, el cual da su vida por las ovejas : em- « pero el mercenario que cuando vé venir al < Lobo huye y las abandona , no es un verda- « dero Pastor. El Lobo se lleva entónces una « parte de ellas y dispersa las otras. » Vea Y, tambien ahí reprobada la fuga de los Obispos, y como Jesu-Cristo les llama Pastores merce- narios y cobardes, que huyen y dejan su rebaño en poder del Lobo. No hay efugio , Padre mio: es preciso con- fesar que las opiniones de los hombres, cuando a contrádicen las palabras terminantes de nuestro sapientísimo Salvador, son improbables, falsas, erróneas , á nadie justifican, á nadie salvan yy á todos conducen á su eterna perdicion. Esas opiniones pasan como la sombra , desaparecen como el humo; y la palabra de Dios permane- ce eternamente. Si es evidente pues que la pa- labra de Dios reprueba la fuga de los Obispos, lo es tambien que la palabra de Dios aprueba , alaba y justifica mi actual permanencia entre las ovejas que su adorable Providencia me has bia encomendado. AR

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