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200 preceptos mas obvios del Evangelio. Paréceme pues que V. tambien estará conforme con mi máxima favorita , dictada por el espiritu de Dios, que es espíritu de órden, y reconocien. do que no puede haberle donde se invierten los destinos y* ocupaciones propias de los hom. bres , y si empuñan los sables los que debie. ran manejar los incensarios. Entré de noche en Zaragoza, y con gran difiz cultad, por las anchas cortaduras , profundas zanjas y caminos cubiertos que interrumpian el paso. Visité el templo de Maria Santísima del Pilar con espanto, al verle solo y sintiendo al entrar una fetidez inaguantable , la cual se per- cibia tambien por las calles, plazas y casas. Pro. venia este hedor de la peste , enfermedades, inmundicia , y de la multitud de cadáveres que se apilaban por la noche delante de las puer- tas de las' Iglesias , para llevarlos en carros ¿ los cimenterios cuando se pudiera. Al siguiente dia 4, se me presentó el Coronel Saint-Cyr Nugues pidiendo el discurso que hubiese esori- to, para que le leyera el Mariscal Lannes antes de ser predicado. Le respondi que la celeridad con que hapia venido á Zaragoza, no me habia permitido toníar la pluma; pero que volviese dentro de una hora, y ya encontraria escritó mi Sermon. Ocurriéronseme oportunamente aquellas memorables palabras de la divina Es-

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