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99 rando el espíritu de lenidad que debe resplan- decer en los ministros del culto del Señor, vo- mitan desde el púlpito sentencias sanguinarias, promueven en: sus pláticas y conversaciones la enemistad , el odio y las venganzas, 0 agavi- llándose con gentes feroces y foragidas campean y azotan el viento, sin llevar otras empresas en sus armas y pendones que la blasfemia , el homicidio, el robo y las torpezas ? ¿Pudiera V. haber olvidado que Jesu-Cristo nuestro Sal. vador mandó envaynar la espada á S. Pedro? ¿Pudiera V. ignorar que quien se sirve de la espada contra su prógimo, no siendo soldado de profesion, segun la sentencia de aquel mismo divino Preceptor , gladio peribit 2 ¿Pudiera V. pretender que la defensa de la persona inocen- tísima de Jesu-Cristo , que la causa que indignó ú Pedro era menos justa , menos natural, menos sagrada que la que agita á esos furiosos ¡imi- tadores de la insensata cólera de Pedro ? Lla- mar guerra de Religion á una guerra de ¡puro interes, á una guerra injusta, pero sin otro orígen que el pernicioso deseo de extender su dominacion, tan comun en el ánimo del mas fuerte , es un error grosero ; y pretender que al clamor de la trompeta acudan l0s Ministros del Altar con los Soldados á sostener material- mente cualquier guerra justa , es trastornar to- dos los principios del buen órden, y violar los Í 0 tf a ¡A .

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