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9 pues sabiendo grandes debilidades de toda ela- se de personas, á ninguna sé nombra en ella, á ninguna se insulta, ni se propagan las noti- cias que podrian ser. desagradables. En una pa- labra, Señor Obispo, V. pedia la reparacion de su buen nombre ultrajado por el hermano Manuel Martinez, si juzgase su comunidad que el. papel estaba escrito segun el espíritu de Dios. — Establecido este principio fundamen- tal, podemos discurrir que el Padre procederá sin contradecirse en su respuesta. Puede V. leerla y veremos. Ya han puesto luces: Sen- témonos , tomemos una gicara de chocolate de España y un polvo de tabaco, que lugar y o- portunidad tendremos luego para hablar con franqueza, estando como estamos solos y des- ocupados. — En verdad que el chocolate es bueno, el agua limpia como el cristal, y el pan muy blanco y bien cocido. — Buen pro- vecho : tomemos otro polvo, y vamos á leer 1 9 la respuesta ; pero antes una palabrita. Diga- me V., amigo, ¿porqué ha omitido última- mente el tratamiento de Padre Maestro al Ra Martinez ? — Por conformarme al santo Evan- gelio de Jesu-Cristo que dice: no. llamemos Padre ni Maestro á ninguno sobre la tierra; siendo uno solo el Maestro y Padre de todos que está en los cielos. Aqui en la tierra todos somos hermanos. — Amigo, cuando se presen-

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