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199 de enero de 1809. — Cáteme V. ya, mi R. P. Callosa , bajo el yugo del conquistador, á pe- sar de todas mis diligencias. Este, por alli co- mo por todas partes, exigia con lá fuerza la obediencia de todos los pueblos del partido, sacaba de ellos la manditencion para stis tropas é imponia contribuciones, y todos procuraban con la precisa sumisión hacer menos dolorosa su desgracia. Llegó por último el dia 20 del siguiente mes de febrero, en que la leal, vale- rosa y obstinada ciudad de Zaragoza inclinó tambien su cuello á las leyes del vencedor. El Mariscal Lannes, Duque de Montebello , gefe superior de las, tropas francesas , respetando el desesperado valor de los heróicos Zaragozanos, y dando al olvido las enormes pérdidas del egér- cito de sa mando, dictó las cóndicionés de una capitulación honrosa y noble : el mante- nimiento y libre egercicio dé la Réligioñ santa de J. C., el respeto inviolable 4 lós templos y á sus ministros , la seguridad de las pérsónas y propiedades, y la indispensable prestación dél juramento de fidelidad y obediencia al Rey José Napoleon. Era difícil que Zaragoza contará con tanta generosidad y moderación dé parte de sus ulcerados enemigos, cuando podia haber sido entregada al saqueo y á su última destruccion. Firmadas y consentidas por ámibás partes estas condiciones , cesaron los horróres de la guerre,
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