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7 la V. con cuidado, mientras voy á rezar May- tines y Laudes, y despues hablarémos sobre su contenido. El Obispo se retiró á rezar tranquilamente, y el Español convecino se quedó leyendo la car- ta , hasta que concluido el rezo volvió aquel á la compañía de este. — Mucho ha tardado V., Se- ñor Obispo : ya he leido toda su carta, aunque es bastante larga, y principiaba á leerla segun- da vez: — Amigo, el rezo de las Sabatinas no es corto, y si se reza atlente , pariter et devoté, no se puede despachar en poco tiempo. Vaya pues, ¿qué concepto ha formado V. de ese es- erito ? — Creo poder dar buena razon de él, teniendo presente aquella bella máxima de re- ducir las cuestiones á los menores términos posibles. Empieza insinuando una idea «del mundo , comparándole 4 un hospital de de- mentes en que cada uno sigue con su tema. Se admira el autor de que no haya en Espa- ña quien contenga las palabras injuriosas, las calumnias atroces, las falsedades manifiestas, los apodos ridículos y las furibundas frases del papel titulado: Los famosos traydores refu- giados en Francia , convencidos de sus cri- menes. De aqui pasa á demostrar que este es- crito es contrario 4 la sacrosanta Religion de Jesu-Cristo ,como resulta de varios lugares ci- tados de la diyina Escritura : y por último, ci-
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