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: o 168 cia, Burgos, Santander y Valladolid. Si el cruzar por tantos caminos fragosos , recorriendo tanto número de pueblos en tantos obispados diferen- tes, siempre á pie y descalzo, siempre sin mas abrigo que el bronco sayal capuchino, siempre en la estación mas rigorosa del invierno, y siem. pre sin dinero y sin víveres, entre nieves, pára= mos, peñascos y pantános, me habrá costado al- «gunos trabajos, considérelo bien cualquiera que haya visto caminar 4 los Capuchinos chorreando sangre por los pies, llenos de barro, mojados + hasta la piel sin tener totro hábito para mudar- se, rendidos, y á punto de morir de frio'ó de calor por la intempérie de las estaciones. Alaba- do sea el Señor, quia nihil horum vereor, nec facio animam meam pretiosiorem quám me. dummodó consumem cursum meum, et minis- terium verbi quod accepi 4 Domino Jesu, tes- tificari Evangelium gratice Dei. Recorrida rápidamente y con felicidad la pri- mera época de mi vida pública, por la que el mismo P. Callosa se declara zelosísimo' apolo- gista, pasemos á la segunda que abraza los cin- co años pasados desde mi consagración hasta el principio de las revoluciones de España. No sé si el P. Definidor me hará la justicia de creer que jamas he tenido la desgracia de ser pretendiente. Desengañado de la vanidad del mundo, lleno mi corazon 'dé las grandes

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