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y verá V. á qué poco queda reducida tanta ba- raunda de palabras. La carta que el Obispo escribió al R. P. Co- mendador del convento de Mercenarios de Va- lladolid ¿es digna de alguna censura teológica Ó civil? — No. — ¿Está escrita cortesmente y conforme á los principios políticos y religio- sos? — Si. — El humilde papel ó6 carta que in- cluía para el R. P. Martinez ; está escrito segun el espíritu de Dios? — Si, dice el mismo Pa- dre. — Pues la cuestion está concluida. Todo lo demas es menester separarlo, todo es paja. Gra- no puro es, que yo escribí una carta sucinta, pero atenta y virtuosa al R. P. Comendador, y que la dirigida al P. Martinez estaba escrita se- gun el espíritu de Dios : lo restante está demas. Cuanto este último escribió en sus cuatro ho- jas , no vieneal caso ni es del asunto : haga- mos cuentá que no existe, y pasemos adelante, sin detenernos en las injurias que Dios venga- rá , como lo dejamos insinuado. El Español admiró la serenidad del Obispo, y al cabo hubo de convenir en que, reducida la enestion á los menores términos posibles , aparecia la yerdad sencilla y pura, ni era otra cosa en substancia que lo que acabamos de de- cir. — Ahora:sigue, dijo el Español, la carta de V. á Fr. Manuel Martinez, impresa con la antecedente. — Bien, respondió el Obispo, léa-
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