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E J del espíritu humano. Ate V. estos cabos, em- palme esas piezas, zurza esos remiendos. — Amigo , punto en boca, respondió el Obispo, porque en mi presencia mo se habla mal del prógimo. Si es virtuoso , seria injusticia mal- tratarle con dicterios; y si es malo, Dios le juzgará : si se contradice á sí mismo, el públi- co, la posteridad hará justicia. ¿Quien nos ha dado la facultad de improperar á nadie ? Si tenemos la de defender nuestra inocencia agra- viada , debemos usarla con modo, con razones y hechos concluyentes, venciendo lo malo con lo bueno , y sufriendo con paciencia las debi- lidades de los hombres. — Brava cachaza ! res- pondió el Español : mucha sangre fria es me- nester para escuchar tranquilamente las inju- rias mas irritantes y las calumnias mas atroces. ¿No ha oido V., Señor Obispo, que le lla- á S. Pablo, que le dice : Vollite ante tempus judicare, quoadusque veniat Dominus qui ile luminabit abscondita tenebrarum et manifes- tabit consilia cordium , et-tunc laus erit uni- cuique 4 Deo. No escucha mas que al Señor cuando le advierte : Mihi vindictam , ego re- tribuam ; ni trata mas que de imitarle cuando le enseña : Cujus ventilabrum in mánu ejus, et purgabit aream suam. Veamos esa mies. biel- demos la parva para separar la paja del grano,
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