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150 Si el Amizonense, antes de llegar á Zarago- za, iba señalándose ya por su camino con ac- ciones "semejantes , emprendidas á favor de las Religiosas, ¿cuánto no haria despues du= rante cinco años, en que se dirigieron cons- tántemente sus desvelos á calmar los temores de unas, á procurar la subsistencia de otras, á re- presentar á los Generales y Gobernadores los recelos, peligros y necesidades de todas? Con- tar los casos particulares, seria emprender una obra fastidiosa é inacabable. Baste decir que se pregunte al yenerable monasterio de Sigena, á los conventos de enseñanza , á los demas que se constituyeron como escuelas de la niñez, pa- ra asegurar su permanencia en aquellos mo- mentos críticos y borrascosos. Pregúntese á los Regulares, que arrojados con tropelía de sus claustros hallaron siempre en-el «Amizonense un padre que intéercedia por ellos, un compa- ñero que les socorriera y amparara, un Pre- lado que les admitiera al «concurso: de «curatos para colocarles segun su mérito , conforme ú las reglas cariónicas, y un protector nato que solicitase su establecimiento en los Capítulos parroquiales, colegiales y catedrales. Pregún- tese á las parroquias y catedrales de Zaragoza y Huesca, y digan, ¿ qué ornamentos y vasos preciosos les han robado; qué reliquias é imá- genes de Santos profanado y destruido? Si quie-

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