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129 se han ensangrentado los enemigos , los Canó- nigos cobraban sus rentas, y los Párrocos. ad- ministraban los Sacramentos, como en los tiem- pos de la mayor tranquilidad. No hay ciu- dad en España que menos haya participado de los horrores de la guerra. Si algun Sacerdote ha sido preso, dió motivo á ello con su in=- justa desobediencia. ¿Qué causa pues, vuelvo á decir, tan grave va á representarse á S. S.1 El delito mas atroz, el crímen mas horroroso qué pudiera cometerse; y asi se representará con la pena mas acerba, y un dolor profundísimo, Acabemos de ver ese monstruoso parto de los montes, que ya nos tiene ensordecidos ; «Rem « atrocgm patefaciam (dice) et omnium luc, « tuosissimam et acerbissimam.» ¡Zape! No te acerques, marrullero gato, y de una zarpada acabes con el ridículo engendro de estos mon- tes de la ignorancia, de la vanidad y la hipo- cresía. ¿Han despedazado los sagrarios ? ¿Han derramado por el suelo y pisoteado con sacrí- lega planta el inefable Sacramento del santísi- mo Cuerpo y preciosa Sangre del Señor , en cuya presencia tiemblan los cielos, la tierra se estremece y se confunden los abismos? Mas todavía, mucho mas : «Rem atrocem, et. om- « nin luctuosissimam et acerbissimam.» Pues salga de una vez á luz ese portento, que ya no hay aguante para espgrarle mas tiempo, Allá 9

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