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104 España ! ¡Ojalá que en lugar de los Calvos de Valencia, de los Asensios de Segorve, de los Teobaldos de Huesca, y de otros muchos mi- nistros: de crueldad , pregoneros del escándalo, y egemplos abominables de la mas desenfre- > e Y y nada corrupcion de costumbres, se hubieran visto Seguras pacíficos, Seguras benéficos, Se- guras edificantes! ¡Qué contraste entre unos pájaros y otros! Los Seguras y los Auxiliares, abrazando á todos los hombres, socorriendo á los necesitados , consolando á los afligidos, sa- cando de las cárceles y castillos á los Sacer- dotes y á otras personas atribuladas; cuando los susodichos y otros muchos, afrentando el nom- bre de Religiosos y de ministros de un Dios yi- vo, abandonaban sus conventos ó sus parro- quias, se ponian á la cabeza de hombres fo- ragidos, perseguian y encarcelaban á los veci- nos pacíficos, robaban á los acaudalados, mu- tilaban los miembros de los labradores útiles, asesinaban horriblemente á sus semejantes. ¡Qué paralelo ! vuelvo á4 decir. El Obispo au- xiliar sostendrá siempre que la santa Iglesia y sus verdaderos ministros reprueban y aborrecen el derramamiento dela sangre preciosa de los hombres¿ que forman el maridage mas absur- do y monstruoso los escapularios y las bayo- netas, los capuchos y las cimitarras, los fusiles y las cogullas. Instruido por S. Pablo sabe que
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