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vi facilidad , como puede verse al fin de este volúmen , donde se hallará inserta la carta susodicha; pero habló con respeto de José , y no le llamó intruso , borracho ni tuerto: lo cual bastó para que el P. Martinez le pin- tara en seguida como todavía adicto á la fa- milia de Napoléon ,'y por consiguiente ene- migo pertinaz de su Soberano legítimo, cor- ruptor de la Religion católica, apóstata, tray- dor rebelde, y herege relapso. En prueba de un supuesto tan extraordinario , reunió , comentó y emponzoñó cuantas expresiones favorables á las autoridades francesas pudo hallar en los Sermones del mismo Prelado ; predicados é impresos durante la servidum- bre de la España ; y como es cierto que los enemigos le habian colmado de honores y dignidades , afirmó audazmente que por a- quel. precio habia vendido su patria y pros- tituido: su sagrado ministerio. Al hombre mas malvado y criminal no se le pudiera tratar peor que trata el P. Martinez al R.> Obispo Santander en su escandalosa Res- puesta impresa en Madrid el año 1815. Em- pero siendo tan ilustre la vida , y tan noto- rias las virtudes del insígne acusado y que apé- nas habrá hoy un indivíduo en España, ri-
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