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93 estas deudas tan crecidas con endechas amorosas y con trovas peregrinas. » Déjame, pues, que te cante, celda mil veces bendita, y ojalá que mí cancion resultara de tí digna. Desde niño en tí soñaba, pobre celda capuchina; por tí dejé el santo hogar de mi adorada familia; dejé por vivir contigo mi casa tan blanca y limpia como llena de recuerdos, de esos que nunca se olvidan. Buscándote abandoné á mi amada Valencina con sus verdes olivares y su alegres campiñas; Y después de buscar mucho, te hallé, pobre celda mía, en el extremo de un claustro, modesta, humilde, escondida, lejos del mundo malvado y de sus viles mentiras, rodeada de silencio, E de arboledas circuida, llena para mi de encantos. y de inefables delicias. . Tu fuíste la compañera de mi juventud florida; nn p 1 ' Me l m .

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