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a A A St pensado en sus dichosos moradores. La oración de la tarde ter minamos, y hacemos colacion, ó parca cena los dias que en semana no ayunamos. El maestro de seguida nos ordena un rato de expansion, que él hace grata con su presencia y con su parla amena. Unas veces divinamente trata de la regla y su místico sentido, de un modo tan sublime que arrebata. Otras, con el rostro ya encendido, nos habla del camino tan estrecho que en la tierra los santos han seguido. Nos despide, y yo marcho satisfecho á pedir á la Virgen me bendiga y á buscar el reposo de mi lecho; De mi lecho, que, en buen hora lo diga! aunque es dura tarima, nada leve alivia de mi cuerpo la fatiga. De ordinario me acuesto hácia las nueve, y antes qne de su curso recorrido la primera mitad la noche lleve, Me despierta á maitines el ruido de la enorme matraca que usted sabe, como arriba le dejo referido. De los miembros sacudo el sueño grave; alegre y diligente al coro vuelo para que en él mí voz á Dios alabe. Empezamos, besando el duro suelo, as doce; y unimos nuestras preces as mismas que cantan en el cielo, AA ter E ' 1] | H 4 IÑ p A E AAA A TE ál ál
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