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ld to queunjilguero trinando en los arbustos frondosos de un jardin. Una de estas almas que cantan lo que sien- ten es el P. Ambrosio de Valencina, y por esto sus versos tendrán aceptación, aunque el en su modestia Suponga lo contrario. Teniendo que dar nombre á este libro, y querien, do que fuera impuesto por su mismo autor,lo be bus- cado en la carta precedente, y con frases de la misma lo he llamado FLORES DE MI JUVENTUD Creo haber acertado con el nombre, y con la divi. sión que del libro hago, el cual va distribuido en cua: tro partes. La primera la componen los romances; la segunda las odas y puesías liricas; la tercera la forman otras composicior.es que nos atfevemos á llamar idi- lios 6 églogas misticas; y la cuarta los sonetos, glosas y composiciones cortas, á las cuales dáremos el nombre de pensamientos. ; No es mi ánimo hacer un análisis detallado de to- das estas composiciones; pero á fuer de introductor no puedo dispensarme de llamar la atención del lector sobre algunas de las muchas béllezas literarias que él hallará en este libro. Los romances abundan en afec- tos y sentimientos piadosos; en todos ellos hay viveza fuidéz y purisimo ascetismo cristiano. «LA PALOMA SEDIENTA parece propiamente la historia de un alma: y LA VIDA SIN RELIGIÓN, la de muchas, que naufragan en el mar del mundo, si con tiemposno se acogen al puerto de la piedad. Los romances que con propiedad podemos llamar místico, como EL Suspiro DE Rosau- RA, DESVELOS DE AMOR DIVINO, LA AUSENCIA DEL AMA- DO, y otros varios, reflejan la paz del claustro, y el amor celestial de tal arte, que ningun alma piadosa los leerá sin sentir algo del mismo fúego que inspiró al autor. 4 En las odas se escede el autor á sí mismo, y $e ase. meja en sus cantos al jilguero que el describe diciendo, Que en una huerta anidaba,
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