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A pesar del estremado rigor con que el autor juzga sus versos en la precedente carta, los lectores verán que son muy dignos de ser coleccionados y de pasar á la posteridad. En nuestros dias han obtenido publicidad otros li- bros en verso, que no valen, ni con mucho, tanto como el presente, el cua' creemos «que correrá de mano en mano entre los amigos de la bella literatura con el mis- mo aplauso y la misma buena suerte que sus hermanos, Lirios DEL VA£T.E, FLORES DEL CLAUSTRO, Íl.A VIDA ES- PIRITUAL, HISTORIETAS PIADOSAS, SOLILOQUIOS y demás producciones del castizo escritor. No se parecen por cierto sus poesías á otras que en esta época descreida y sensual han salido á luz con to: nos de piedad y áires místicos, pero faltas de férvido entusiasmo y yacias de sentimiento religioso, cusas que no puede Uar á sus versos quien no las tenga en el fon: do de su alma. Y por eso los poetas irreligr1osos y pro- fanos que se meten á cantar asuntos místicos ó piado- sos, producen con sus cantares en las almas de verda- dera piedad, el mismo efecto que los patos graznando en el estanque de frondoso huerto. Para cantar cosas divinas se necesita fé y piedad acendradas, virtudes prácticas y amor divino, única co- sa que da inspiración genuina y verdadera á la lira sa- grada. Por eso todo lo bueno que produjo nuestro siglo de oro en este ramo de la bella literatura salió de los claustros, del clero, de almas á Dios consagradas é ilus- tradas con los rayos de su luz divina, las cuales, can: tando en su retiro y+«soledad, hacian el mismo efec- e

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