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65 ¿Y me dejas sin alivio, y me dejas sin socorro, en situación tan triste, tú, mi idolatrado esposo»? ¿En dónde están las profnesas que en el lecho mortuorio me hizo de no olvidarme tu corazón amoroso? En aquel terrible trance en que el mundo, presuroso, como sombra fugitiva, se alejaba de mis ojos; El dejarte solo y triste me fué dolor tan penoso, que me aceleró la muerte ver demudado tu rostro. ¿Y así pagas mis finezas? ¿ho recuerdas, caro esposo, que hasta el punto de espirar tuve en tí fijos mis ojos? ¿No fui yo siempre “tu amada, la que calmó tus enojos, la que ahuyento tus cuidados, la que te dió gusto en todo? Ay de mí! ¿y así me pagas mis desvelos amorosos? ay de mí! ¿y así me dejas en trance tan doloroso? ¿Que se han hecho tus caricias? ¿que tus promesas y votos? loh¡ qué triste desengaño!

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