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Prosiguió así: —Juliana, ¿Crees en todas las cosas Que enseña la Iglesia Santa? —SÍ; yo creo en cuanto cree La santa Iglesia Romana. —¿Amas á tu Criador? Con la vida y con el alma. —Pues bien: tu hora llegó; Marcha al cielo, alma cristiana, Marcha en el nombre del Padre Que te sacó de la nada; Marcha en el nombre del Hijo - Que sufrió muerte inhumana Por redimirte y librarte De las infernales llamas. Marcha tambien en el nombre Del que es Amor sin mudanza, Del Espíritu Divino Que santificó tu alma: En sus manos te reciba María la Inmaculada, Y que de guía te sirva El buen angel de tu guarda. De aquella mansion dichosa - A tu encuentro alegre salga Nuestro serafico Padre, Con cuantos santos y santas Hay de la Tercera Orden En aquella feliz" patria. Proseguía el misionero... Entretanto Juliana -AA AA A A An «Y q 2 4

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