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E 41 ia Ya no le encuentra embeleso Ni á la selva solitaria, Ni al arrullo de la tórtola Ni al cimbreo de las palmas, Ni á las márgenes del río, Ni á sus trasparentes aguas, Ni al verde oscuro del campo, Ni á las flores ni á las plantas; Todo le fastidia, todo! Y nada le alegra, nada! Sumida en un mar de penas, El paso dirige tarda Hácia el jardin del convento En busca de Aquel que ama; Y viendo que no lo encuentra, Así suspira con ansia: «¿En dónde te has escondido. Dulce Jesús de mi alma? ¿A dónde estás que no siento Tu presencia regalada? Arboles que alzáis airosos Al cielo las verdes ramas, ¿Ha pasado por aquí El Amado de mi alma? Avecillas que trinando, A Dios cantáis alabanzas, ¿Habéis visto por ventura Al objeto de mis ansias? Sol, que desde el alto cielo, Sobre el mundo luz derramas ¿Sabes dónde se ha ocultado

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