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195 sin gravedad ni ceño no me muestras á mí, querido dueño? Mira que peno y muero! que si no me consuelas, pronto espiro! ay! consuelos no quiero! ya... á exhalar sólo aspiro en tus brazos el último -suspiro. Oh Amado, Amado mío! tú mi dueño, mi Esposo idolatrado! en tu cariño fío, toda á tí heme entregado, ven á sanar mi pecho vulnerado. Mientras esto decía, . del pecho de Cecilia se apodera dulce melancolía; y como Laura viera que su hermana de amor desfallecía, por darle algún aliento, cantó con dulce acento una tierna canción que lastimera en los áires sonó de esta manera: Sor Laura Oh Cecilia dichosa! que ya tu corazón enamorado á su placer reposa, absorto y abrasado, en los dulces amores del Amado! ¿Quién como tú pudiera amarle con ardor? Jesús piadoso!

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