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194 forzada y detenida, me tienes de esta suerte? ¿Cuándo, amado, dí, podré yo verte? Cual la cierva encendida en ardorosa sed busca la fuente; así, prenda querida, mi corazón ardiente te busca con afán siempre creciente. Y tú, ¿de mí te alejas? ¿y tú, de mí te apartas desdeñoso? ¡Ay! ¡cuán sola me dejas sin quietud ni reposo en medio de este mar tezmpestuoso! ¿Por qué tanto desvío? por qué tu bello rostro se me esconde? amado dueño mío, amoroso responde; ¿dónde verte podré! dímelo, dónde? El vasto y verde prado, el bosque solitario y espantoso y hasta el monte encumbrado, todo, dueño amoroso, lo andaría, por ver tu rostro hermoso. Por qué no se me muestra? por qué me deja así de amor herida tu omnipotente diestra? si soy yo tu querida, ¿por qué dejarme así, Dios de mi vida? ¿Por qué tus bellos ojos, tu semblante divino y halagieño, afable y sin enojos,

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