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iQ Cdi que en el huerto jugaba con las flores sus místicos amores, y el suspiro ardoroso que á su pecho endiosado arrancaba el recuerdo de su Amado. Al entrar en el huerto delicioso oye el eco vibrante y melodioso de una voz, cuyo canto se mezclaba con el murmullo blando del pequeño arroyuelo que pasaba entre mil florecillas murmurando. Era Cecilia que en la verde orilla de la fuente se hallaba, meditando al pié de unos rosales; y, entreabriendo sus labios virginales, con dulce y celestial melancolía, estos versos decía: Sor Cecilia. ¿Cuándo podré, Amor mío, hácia tí remontarme en raudo vuelo, dejar el valle umbrío, y sin sombras ni velo contemplar tu hermosura allá en el Cielo? ¿Cuándo aqueste destierro, esta mazmorra lóbrega y sombría, esta prisión y encierro dejará el alma mía? . ¿Cuándo, Amado, dí, llegará el día! ¿Por qué, bien de mi vida, en este lazo, en esta prisión fuerte, : 25 :

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