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Aquellos que á mi mesa se sentaban... (1) Los mismos que mi alma más quería... Aquellos que á mís pechos se criaban... A la vez me vendían y adulaban con audaz y estudiada felonía. Por qué, Señor, así me ha sucedido? Ay! acaso, buscándote yo almas, me apartaba de tí! y tú has querido, para volverme á tu amoroso nido, que ellos contra mí vuelvan sus armas. Si fuere así, mi Dios, vengan baldones! cien mil calumnias contra mí se digan! ¿Lluevan ya, sobre mí persecuciones, - que á los que me calumnienó persigan, no un perdón, le anticipo mil perdones! Pero dame acogida en ese nido, escóndeme, Señor, en tu sagrario, tenme cerca de tí bien guarecido; “y álce luego su brazo mi adversario, que de mí no será ya más temido. _Aguce contra mí su lengua impía, y escupa su veneno emponzoñado, que de alivio ha de ser al alma mía, pensar lo que la tuya sufriría en la cruz moribundo y calumniado. Con tu pena mi pena juntar quiero, - mi amargura juntar con tu amargura, mi pesar con el tuyo! y así So (1) Salm. LIV. 25:

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