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157 y mira con piedad, no con enojo, el triste corazón de un desvalido. Piedad, Señor, piedad! cese la guerra que el averno contra mí ha suscitado; á la calumnia vil la boca cierra, que me espanta, Señor! Señor, me aterra! verme dentro y de fuera calumniado. Qué crimen cometí? cuál fué el delito para ser injuriado de tal modo? ) Es lo quererte á tí, Dios infinito, y querer que te quiera el mundo todo como yo lo requiero y solicito? Es crimen conculcar al mundo insano y arrojarlo al desprecio y al olvido? Es delito quizá tender la mano al huérfano infeliz que está caido, abrazarlo y decirle, eres mi hermano? Pues entonces, ¿por qué tan iracunda me persigue la envidia rencorosa? Oh qué amargo pesar mi pecho inunda! Oh qué herida me causa tan profúnida la traición de los míos alevosa! Si fuera mi adversario ó mi enemigo (1) quien sañudo y feroz me persiguiera, entonces... yo callára y lo sufriera Mas lá negra traición del que fié amigo, quién la puede sufrir? quién la tolera? (1) Salm, LIV. 13

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