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147 y el murmullo de oraciones. Y en tan solemne momento millares de almas unidas en un mismo sentimiento, allí adoraban rendidas al Divino Sacramento. Y el Dios de la Eucaristía entre incienso, adoraciones, salvas, luces y Canciones de la Catedral salía. derramando bendiciones. Una emocion celestial entonces mi alma sintió, dió el corneta la señal, rompió la marcha real y el pueblo se arrodilló... Aquella escena inundaba de gozo mi corazon, que de júbilo saltaba y álos ojos enviaba lágrimas de devoción. Y á mi garganta subía un sollozo prolongado que sofocar no podia, porque en el pecho me ardía el entusiasmo sagrado. Y electrizado de ver el pueblo ante Dios de hinojos, ya no pude contener el llanto, y dejé correr las lágrimas de mis ojos.
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