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139 Oh cuánto, cuánto diera por verte á tí! Por eso estoy penando! Oh si verte pudiera! Entonces, espirando, el alma tras de tí iría volando. Oh! si yo en mis fervores fuese abeja, volara y te trajera la esencia de las flores y la miel que extrajera de las yerbas del campo en primavera. Y si yo ser lograra ruiseñor; ¡ay! entónces atrevido á tus hombros volara, diríate al oido que por tí he de amor enloquecido. Mas ya que esto no es dable á lo menos, espejo de pureza, con afecto incansable, con delirio y firmeza ame yo tu hermosura y gentileza. Esto pido, esto quiero, esto busco, á esto aspiro cada día, por esto peno y muero, por amarte, ¡oh María! y en los cielos hacerte compañía.»
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