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113 cual frágil navecilla, que aparta de su orilla furiosa tempestad. Las olas agitadas combaten mi barquilla, ¡Oh Virgen sin mancilla! ¡salvame por piedad! Del mundo, y sus engaños tu mano me defienda; que nunca en sirte horrenda naufrague mi virtud; y en tí, Virgen sagrada, encuentre el alma mía su fuente de alegría, su puerto de salud. Así cantaré siempre tu gloria y tu grandeza, con plácida terneza, con santa inspiración: y si mi alma llorosa á ti clama angustiada, escucha, Madre amada, el ¡ay! del corazón. Tu siervo soy, ¡Maria! tu oveja soy, Pastora; tu hijo que te adora con férvida emoción. que al verte tan hermosa, mi voz á ti levanto, y en medio de mi canto te ofrezco el corazón, ds AICA PARENT ARA AAN PI

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