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108 Pues, si tu belleza es tal, que embelesa y embriaga á la corte celestial: este mísero mortal, Madre, ¿qué quieres que haga? Qué hé de hacer, sino adorarte, alabarte y bendecirte, quererte y glorificarte, y, ensalzándote, decirte que siento afan por amarte? Y quien no andará afanoso por tí, divina Princesa; si tu gracia y gentileza es la esencia de lo hermoso y el tipo de la belleza? Divina Pastora mía, ¿quién de tí no se enamora? ¿Quién te mira y note adora? ¿Quién te adora y á porfía no te dá el alma, Señora? ¿Quién habrá que ande afanoso tras belleza fementida, y á tí, Pastora querida, hermosura de lo hermoso, no ame con toda su vida? ¿Quién tendrá tanta locura que deje el oro por cobre, al cobre por la basura, á lo rico por lo pobre, por lo amargo á la dulzura? ¿Quién será tan insipiente,
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