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X.HJ Jl •.SW, 1 U( 'AS l<O l) ldOlll'/ CI 1<1 l E l Provincial, P. A lejandro de Valencia, puso la prime ra piedra e l día 19 de marzo de 1644. A pesar de todo, O. Rodrigo Sarmiento Yillandraclo de la Cerda, Conde de Salinas y primer Duque de Híjar, quedó como pa– trono. Los vecinos se comprome tieron a dar anualmente doce mil maravedíes para la construcción de convento e iglesia, y otros doce mil para el sosteni– miento de los religiosos. Los capuchinos, en cambio, debían predicar todos los sermones de tabla que tenia la villa. Las autoridades decidieron pedir varias veces al año limosnas para los religiosos. Pero las obras iban despacio. E n 1695 no se habían hecho ni la bó– veda para los enterramientos de los religiosos ni tampoco la enfermería. La iglesia tenía como titular el Corpus Christi. En el retablo del altar ma– yor existía un gran cuadro que representaba la Eucaristía en una riquísima custodia. Adorándola aparecían san Buenaventura, santoTomás y varios ca– puchinos. En el cue rpo de la iglesia, y separados por arcos que formaban las dis– tintas capillas, existían en e l lado de recho tres altares dedicados a san Isidro, san Francisco (cuya imagen e ra de gran mé rito artístico) y a la pareja de los santos Joaquín y Ana (estas imágenes en bajorrelieve). En el lado izquierdo habían otros dos alta res: uno de la Virgen de la Ca– ridad y otro de san Antonio. Había pocos religiosos. La iglesia y el convento e ran pequeños. En cam– bio disfrutaban de una gran huerta, cuyas buenas dimensiones aún hoy pueden admirarse. El convento de Yillarrubia estaba un poco a trasmano; no era de los cén– tricos. No estaba lejos de Madrid, pero tampoco estaba muy ce rca. Por este motivo cuando se envió a algún religioso aquí se tuvo por signo de castigo. Cuando fue al CapítuJo General uno de los religiosos de la Provincia tardó mucho en regresa r de Roma: era el P. Leandro de Murcia. Se le cas– tigó po r ello, siendo relegado al convento de Yillarrubia de los Ojos. El mo– tivo de la tardanza fue el temor al castigo pues se mostró contrario en Roma, en el Capítulo General, a apoyar al candidato español que era el P Buenaventura de San Mateo. Por eso el Consejo de Estado propone al Rey, el día 15 de septiembre de 1656, que cuando regrese a España el P Leandro de Murcia se le destine a un convento lejos de la Corte, como e ra el de Yi– Uarrubia de los Ojos (Ciudad Real). Los capuchinos die ron pronto en ViUarrubia el hábito a la gente de la Or– denTercera. En 1643 el Nuncio les concedió la facultad de dar hábitos a los hermanos terciarios seglares. Tuvie ron que acudir al Nuncio porque los franciscanos observantes de Carrión (Ci udad Real) se oponían a ello. E l 6 de julio de 1787, se concede a la Y.O.T. (Venerable Orden Tercera) las capillas de la mano derecha para que quitados los tabiques se puedan re unir.

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