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8 14 JI \lJS l l lC'/\', ROl)t{Í( ,lll•/ ( ,A ll< IA El convento e ra grande. En 1676 vivían allí, por lo menos, treinta y dos religiosos. Fue unas veces noviciado y, cuando no, colegio de filosofía o teo– logía. La iglesia, en cambio, era pequeña. Además del altar mayor, tenía alta– res dedicados al Santísimo Cristo, propiedad de la Cofradía de San Cosme y San Damián (que había ofrecido terreno para la construcción del con– vento); otro altar estaba dedicado a la Virgen de la Concepción y tenía una capilla de santa María Magdalena; otro altar era el de san Antonio de Pa– dua, con un culto enorme. Toledo fue bastantes años seminario de nuevos (también lo fueron , dos a la vez incluso, los conventos de Toro, Segovia,Valladolid, E l Pardo y La Pa– ciencia). La formación de los hermanos coristas y he rmanos laicos seguía tras la profesión en estos seminarios de nuevos. Los coristas, tres años antes de comenzar los estud ios y los he rmanos legos recién profesos tenían al frente un P. Maestro que de ordinario era el P. Vicario, el cual estaba obligado a dar– les diariamente una plática espiritual, a la que obligatoriamente debían asistir todo. A su vez, los he rmanos no clé rigos seguían también bajo la de– pendencia de otro he rniano antiguo, que tenía la obligación de enseñarles, corregirles y, en casos especiales, castigarles. Del convento de Santa Leocadia de Toledo nos ha llegado hasta hoy el llamado " libro de los entie rros" o necrologio. Fue a parar al convento de ca– puchinas de Toledo y hoy está en el Archivo Provincial de Castilla. Fue costumbre, entre los capuchinos de Castilla, que el re tablo de los al– tares en general, y particularmente el del altar mayor, fuese una gran pin– tura al óleo, con su marco de madera; ésta era la forma de llenar el testero del altar. El cuadro del altar mayor representaba el titular de la iglesia res– pectiva; ejemplo de e llo lo vemos en E l Pardo, donde aún está el gran cua– dro de Nuestra Señora de los Ángeles, la titular, obra de Francisco Ricci; los dos conventos de Toledo también tuvieron esos grandes lienzos en el altar: el del Ángel de la Guarda y el de Santa Leocadia;el De Alcalá de Henares, con el cuadro de Santa María Egipciaca es o tro ejemplo, y así pudiéramos seguir con más iglesias capuchjnas. E l altar mayor de Santa Leocadja tenía un gran cuadro de Francisco Ricci, que representaba a la Santa en la cárcel donde murió. En el altar del crucero, al lado de la epístola había otro cuadro de Nuestra Señora con san Bernardo, obra de Alonso Cano. E n la pared del mismo lado una Virgen de la Concepción de l mismo autor. E n la sacristía se encontraba un cuadro de los Doce Apóstoles, de tamaño natu ral (al estilo del céle bre Tristán). Igualmente estaba un cuadro chico de la Virgen, san José, el Niño y san Juan. San José estaba aserrando un ma– dero; la obra era del artista Juan de Toledo. En el coro estuvieron dos cuadros pequeños de Santa Leocadia pintados por Francisco Camilo.

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