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ll l'i IOl{li\ lll 1 11', 1 r t 1 11, 1 11 1 IIIN! 1\ lll 1 \ l'l<OVIN( li\ ()11 'ii\111(\IHIIIII ll'il 111 11\1 1, lll !AS llll i\ 8() 1) 1 os pad res trinitarios vi nie ron alt:g:rndo te ne r más de recho parn la run ditl·ión; pero, some tie ndo e l asunto a la votación de los vecinos. éstos votn , 0 11 a favor de los capuchinos, excepto cuatro. l,os observantes franciscanos de Hue te tambié n pusie ron sus "peros" por 1111Jti vos de las limosnas, pero la causa tampoco s urgió efecto. l'or fin, los superiores de la P rovincia se decidieron a levanta r e l conve nto por cue nta propia en vista a que pasaban los a ños y no se daban li mosnas p,11 a la obra. El 10 de mayo de 1692, e l Sr. Obispo de Cuenca, D. A lonso An– tonio ele San Martín, puso la primera piedra. E l P. Antonio de Fue ntc lapeíia acudió a la ceremonia por dedicarse la iglesia al Padre Eterno, siendo é l un lomc ntado r entusiasta de dicha devoción. El Consejo de Órdenes dio la licencia e l 9 de octubre de 1692. Se esco– g,ú e l sitio de la fundación e n unas casas de la plazoleta de San Pedro. Todo iba bien, pero se recibe la noticia de que hay problemas y se sus– pe nde la obra por una provisión del Consejo de Castilla de l 3 de junio de 1693. Pero los capuchinos se defienden; recurre n a l Consejo, donde se declara pleito. Tenie ndo e n cuenta de q ue la obra iba ya muy ade lantada, pide n li– cencia de nuevo y e l rey Carlos n y e l Consejo aprueban e l permiso e l 14 de noviembre de 1693. .losé Beltrán, vecino de Tarancón, le ofrece a los capuchinos, en do le– gados, una buena suma de dinero pero no se pudo cobrar. E l síndico de los capuchinos recrimina a la villa de Tarancón e l no haber cumplido con lo pac– tado respecto a la fabricación de iglesia y convento. Trabajaron a veces hasta 130 hombres e n la obra. Se ha bló de hechos mi– lagrosos en su edificación. La construcción fue dirigida po r los PP. Ignacio de A lme ida y Ballasar de Toledo. En cinco años, estuvo terminada. El Santísimo se trasladó a la igle– sia e l 11 de octubre de 1697, con la presencia del Obispo de Cue nca y e l P. Provincial, fr. Gregario de G uadalupe. En el triduo de la inauguració n predicaron un canónigo de Cuenca, e l P. Bernardino de Madrid, Predicado r de Su Majestad, y e l P. .losé de Madrid . El convento e ra regular y proporcionado; tenía 17 celdas al interior y sie te a l exterior. Cada una medía 5,50 m. de largo, 3,10 de ancho y 3,50 de alto. Tenía bue na huerta con no ria y estanque para el riego. Además poseía un patio de emparrados, casa de colada, gallinero, corral, e nfe rme ría con s u ora– torio y jardín. A l lado había una casa para e l mozo o criado del conve nto que compre ndía: una habitación, cocina, leñera, pajar,gall inero, pocilga y corral con s u pozo e n medio. La iglesia era de grandes proporciones. Las otras iglesia de la Provin– cia, e n su mayoría. eran iglesias sencillas, pobres, recogidas, como establecíc1 n las Consrit11cion ·s. Las que rían no grandes para poder predica r bien e n e llus. La de Ta, ancon l 1tl ' 111 -;cgundn iAlesia más larga. tras la ele F.sq uivia-;; tenía
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