BCCSAL000HEM-EF-101100000000000

/ ttll Jl•\ US I lJC/\S 1mn1dt,lll'/ (l IU 1\ Todo, pues, preparado, la noche antes de la fecha señalada, se notifica– ron las sentencias a los que habían de morir. El enca rgado de esta ingrata tarea fu el Inquisidor de Toledo D. Cristóbal de lbarra y Mendoza y el se– cretario Francisco Párraga, poniendo dos religiosos a cada condenado para que les asistiesen y " pusiesen en buen camino" y, a su lado, dos guardas que e ran los encargados de conducirles a la Plaza Mayor. A las sie te de la mañana del día cuatro, salieron de Palacio los Reyes, acompañados de su séquito.Tenían destinado el séptimo balcón desde el án– gulo de la Cava de San Miguel. " En la ventana en que estuviesen sus Ma– jestades se colgaron redes de hilo de oro bordadas y matizadas de color car– mesí, y en lo alto de ella se puso un dosel de tela de oro carmesí, quitando e l balcón de encima para que tuviese mayor capacidad y también para que en ella no hubiese gente. Seis balcones más, tres a cada lado, para las seño– ras de honor y damas y otros nueve para la servidumbre y casa de Sus Ma– jestades. Los consejos ocuparon sus lugares en los tablados, sentándose en el centro la Inquisición y el tribunal de Toledo. El movimiento comenzó la víspera a las cinco de la tarde, hora en que sa– lió del colegio de Doña María de Aragón la procesión llamada de La Cruz Verde. El estandarte era llevado por el Condestable de Castilla, las borlas el Al– mirante y el Duque de Medina de las Torres. Detrás iba la Cruz Blai1ca del jurado de Toledo llevada por Juan Sánchez de Villaverde y, a continuación, sie te religiosos con la Cruz Verde. Llegados a la P laza Mayor, el almirante dejó el estandarte junto al altar, que le tenía compuesto la parroquia casi en frente de la ventana de Su Ma– JC~lad"1 1. ~n el all ar quedó la Cruz Verde, quedando aquella noche religio– ,os tic la Orden de Santo Domingo. l'111 t1 ·vitu1 posibles disturbios, por la noche se cerraron a los transeúo– t •,¡ 11" 11llcs poi lns que, al día siguiente, iba a venir la procesión. l~I dw ~e 111ició celebrando Misas en el altar de la Cruz Verde por los re– ligioso:, dominicos, desde e l amanecer hasta la llegada de todas las personas e11cH1gadas de dicho Auto. El orden estaba garan tizado por la presencia de las tres guarniciones de su Majestad " la española y la tudesca en cuerpo, para defende r la entrada y desocupar pa lenques y vallas, la de Archeros para guardar a Su Majestad debajo de su ventana". l labiendo ocupado los reyes sus puestos, entró en la Plaza la procesión de los peni tenciados por las vallas que, para ello, se habían hecho, "dando principio la soldadesca con la sarga. Luego la Cruz de la Parroquia de San Martín cubierta con velo negro. Doce clérigos con sus sobrepellices. Canti- 11. Archivo de Pa lacio. Juan Gómczde Mora.6.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz