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IIIS'l'ORI/\ OH 1.rn, ( ONVI N I< ),! i\1'111 IIINO)I DI· 1 1\ l'IH>VINC'I/\ DtL S/\(IR/\1)() ! '01\A/.ON ll1 1 11·.SI IS l>I• C'AS'I IU A 76':, Años más tarde, en la visita del P. General,Hartmann de Bressanone, vi– sitando de nuevo el convento de Alcalá, volvió a re u1úr allí a los religiosos de Jadraque junto a los de Tarancón y Yillanueva del Carde te. E l Provincial, P. Juan del Corral, había recibido su ordenación en 1725. Tras el capítulo de 1757, fue promotor de un Colegio de Misioneros en Cas– tilla. Antes de establecerlo en Toro, se pensó en pone rlo en Jadraque.Tam– bién se pensaría en ponerlo en E l Pardo por tener mejor biblioteca y mejor ambiente para el retiro y el estudio. En 1763, el 1 de junio en concreto, llegaba el General de la Orden, P. Pa– blo de Colindres, a Jadraque donde fue recibido por los superiores de Cas– tilla. E ra entonces Provincial el P. Juan de la Calzada. En 1764, el P. Pablo de Colindres seguía mostrando en la Provincia de Castilla, la suya, sus dos grandes preocupaciones: La primera era conservar la Orden en la más estricta observancia de la Regla y de las Constituciones, en la más estricta pobreza. La segunda fue la buena formación que debía darse a los jóvenes, tan to en el orden espiritual como en el intelectual. To– dos los religiosos que hubieran terminado el noviciado deberían estar juntos. no como antes que se acostumbraba a distribuirlos por varios conventos. Se– rían destinados al convento de La Paciencia.E n caso de no haber suficiente espacio en el mencionado convento se pondría un segundo seminario en Jadraque. Un año más tarde, en 1765, el P. Pablo de Colindres se mostró partida– rio, como siempre lo había hecho, de establecer el Colegio de Misioneros en Jadraque, por eso esta casa tendría Ordenaciones especiales. La elección del Colegio de Misioneros para Toro fue obra de la constancia del P. Juan de Za– mora. En 1792 se acoge en Jadraque a 2 de los religiosos franceses que habían huido de su país a causa de la Revolución (otros serían acogidos en con– ventos como el de Bilbao y el de Toro). En 1805 se elige como guardián de Jadraque al P. Juan de Ciudad Ro– d rigo. Al llegar a su convento la comunidad ni lo quiso recibir ni permitió que tomara posesión. Fue preciso trasladar a varios religiosos de allí a o tros conventos. Más tarde, para pacificar los ánimos se cambió al P. Ciudad Ro– d rigo a la guardianía de Laguardia, que no la quiso aceptar. Era provincial e l P. Francisco de Tolosa. E n 1809, en la estadística hecha por el Vicario General de los capuchi– nos españo les, vemos que hay en Jadraque 11 religiosos. En ese mismo año estos religiosos son expulsados de allí. Se hizo un inventario de los bienes del convento, aunque no se sabe el destino que haya tenido el mismo. Durante la Gue rra de la Independencia, el convento de Jadraque sufrió 111uchos desperfectos (como el de La Paciencia, Toledo, Yillarrubia ele los Ojos,Tarancón, Salamanca, etc.). Los frailes vuelven a Jadraque en 1813, pe ro duran te mucho tiempo no pueden habi lita r su convento por los estragos que

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