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752 JESÚS-LUCAS ROORf<:u 1•/ 1IAIH 11\ El 21 de febre ro de 1741 los superiores capuchinos de Castilla piden pe r– miso al obispo de Salamanca para su fundación. Pero las gestiones van despacio; fue ron lentísimas. Pasaron no menos de catorce años y todo permanecía parado. E l impulso definitivo lo iba a da r un sacerdote de la misma Villa. Tam– bién en otras fundaciones los sacerdotes seculares eran de las personas más entusiastas en la fundación de conventos. Este sacerdote se llamaba D. Pe– dro Nieto Paradinas; al hacer testamento, el 12 de diciembre de 1754, dis– ponía que todos sus bienes, cincuenta o sesenta mjl reales, se destinasen a la expresada fundación. Entre las disposiciones testamentarias de D. Pedro, una e ra que a su en– tierro acudiesen varios capuchinos. Lo realizaron así, pero los franciscanos descalzos del convento de A laejos (Valladolid) se valieron de ello para de– cir que los capuchinos habían fundado en Cantalapiedra sin autorización; e ran tiempos de necesidad y las limosnas no daban para muchos. Presenta– ron sus quejas al Consejo de Castilla que dio decreto para que los capuchi– nos fue ran expulsados de Cantalapiedra. Pero el P. Provincial de Castilla mandó investigar el caso al guardián de Sa– lamanca; e ra el 30 de abril de 1755. Hizo unos informes que pasó al Obispo de Salamanca. En vista de estos informes el Consejo de Castilla dio una severa re– prensión al síndico y guardián de los franciscanos descalzos de AJaejos. Pasada la tormenta, el fiscal del Obispado de Salamanca se dirigió al P. Provincial, el 3 de octubre de 1755, preguntándole si los capuchinos acep– taban o no la fundación,que la villa conocedora del legado de D. Pedro Nieto Paradinas, ofrecía una vez más. Por fin, los superiores de la Provincia dieron su consentimiento en firme, comunicando su resolución tanto a la villa de Cantalapiedra como al Obispo; era el 4 de noviembre de 1755. El Obispo concedía su permiso definitivo en mayo de 1756. Se comprobó que el legado ascendía a setenta y cinco mil reales de ve– llón, siendo más que suficiente, puesto que con cuarenta y cinco mil reales se podía levantar el convento capaz para doce o catorce religiosos. Tras años de cartas, provisiones, decretos, alegatos en contra por parte de los descalzos de A laejos, el Consejo de Castilla expidió la célula definitiva de fundación el 27 de septiembre de 1760. Será el P. Cayetano de Salamanca el encargado de tomar posesión del si– tio. El 19 de mayo de 1760 el P. Antonio de Vitoria es nombrado presidente de la residencia de Cantalapiedra. El 11 de junio quedaba constituida la fa– milia religiosa que constaba además del guardián de los P.P. Agustín de Can– talapiedra e Ildefonso de Salas, más el hermano fr. José de Valladolid y un hermano donado. Los supe riores ofrecieron el patronato de iglesia y de convenio al obispo salamanti no D. José Zorrilla de San Ma rtín, por hohc, favorecido tanto la

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