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884 J l,~ll~ 1ll( 'AS IH>DRÍ<HII / <,AIH IA YILLAR REAL Y ÁGUTLA, F.de , La Tebaida e11 poblado. El co11ve1110 de la Con– cepción capuchina en la imperial Toledo, Madrid, 1686. Vil/amañán E l monasterio de la Sagrada Familia de las capuchinas de YiUamañán (León) perteneció a los fra nciscanos descalzos o alcantarinos. Este convento de franciscanos descalzos tuvo por titular a San Pedro de Alcántara y fue fun– dado en 1628. Pe rteneció a la Provincia descalza de San Pablo (sus 28 con– ventos fueron excla ustrados en 1835 por la política de Juan Álvarez de Men– dizábal). Cuando llegaron las capuchinas, e l convento estaba casi en ruinas pues había estado muchos años abandonado. E n Po rtugal también hubo movimientos de exclaustración forzosa en el siglo x1x. Un convento de capuchinas de G uimarais fue exclaustrado. Una de las he rma nas de este convento, todavía joven, vino a España y pudo en– trar en e l convento de capuchinas de Pinto con la condición de que si fuera posible, vendría de nuevo a fundar a Portugal, aportando los medios eco– nómicos posibles. U n día fue a Pinto el P. E ugenio de ViLiamañán, capuchino, y al pregun– tarle la he rmana portuguesa si sabía de algún convento que estuviera aba n– donado le sugirió el de su pueblo, el de Villamañán. La herma na portuguesa se lo comunicó a la madre abadesa de su país para venir a verlo. Vino, pero a l ver su estado tan dete riorado, se les cayó e l alma a los pies. No obstante, el alcalde que había entonces en Villamañán te– nía un hermano sacerdote y se interesó animándolas a que vinieran, que les ayudarían a arregla rlo poco a poco. Esto ocurría en 1920. Vinie ron un grupo de 6 o 7 capuchinas portuguesas con la abadesa y em– pezaron a arreglarlo con las cosas que ellas traían. Pronto tuvieron más vo– caciones españolas. Lo arreglaron, plantando árboles frutales en la hue rta (que es bastante grande). No tenían agua para el riego y tuvieron que ha– cer un pozo para regar. E n 1923 se establece la clausura. Con la G ue rra Civil de 1936-1939, muchos monasterios de capuchinas fueron saqueados. Las monjas de Barbastro, por ejemplo, fueron expulsadas violentamente de l convento, a unque la mayor parte fueron acogidas e n el hospital donde trabajaron como enfe rme ras. A lgunas monjas de las comu– nidades de Madrid y de Toledo fueron acogidas po r los monaste rios de Vi– llamañán y Bilbao. Actualmente han venido algunas he rmanas mejicanas a ayudar a la co– munidad capuchina de Villamañán, ya mayor es.

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