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(5) dora de la novedad, acaso llegaron á morir, hasta poder aplicarles (con intrínseco dolor) aquella expresion de S. Pablo : Ided inter vos dormiunt multi. Y hé aqui, que viendo el Señor que hasta la porcion mas ilustre de la Iglesia santa y evangélica enfermaba , y alguno autori- zaba (por desgracia) con el desórden de su con- ducta la escandalosa inmoralidad de los secu- lares; hé aquí, diré, que inspeccionando el Se- ñor desde las alturas, como en los dias de Noé, á los hijos de los hombres, y hallando como de- sierta de virtud la generacion española hasta el extremo de apenas encontrar uno que en el siglo y en el claustro obrase el bien, non est qui faciat bonum, non est usque ad. unum, den cretó como padre que ama á su hijo, un castigo y azote general para todo viviente español, po- niendo la espada de su justo furor en las duras manos del novisimo Asur y resucitado Atila, el Napoleon flagellum Dei. ¿Qué de horrores, qué de profanaciones, qué de emigraciones, qué de tribulacion, de llanto, de espada, de dolor, de muerte, de universales males no llovieron, é inundaron entonces á toda edad, á todo sexó, á toda condicion, á toda tri- bu y estado de españoles? ¡Ah! permitidme, padres y hermanos mios, que en acomodo, y con mas propiedad que el Poeta, diga á la reyna de las Provincias: Infandum, regina, jubes reno- vare dolorem? Cancelemos, y echemos un sello de olvido eterno á la imagen amarga -que nos representa demasiado al vivo el funesto y negro Jo