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(9) haciéndose partidarios del mundo nos descono- ciesen, nos calumniasen, y nos persiguiesen con odio voluntario , con mordaces lenguas , con plumas libeláticas, y con todo aquel furor ra= bioso y empeñado que inspira la Sinagoga ma- lignante al Judio y sus Príncipes, hasta proscri- birnos de los derechos de naturaleza : entonces, digo, quando los amadores del mundo espera= ban, y acaso iban ya á dictar la sentencia na- poleónica de extincion del Monacato en los vas- tos dominios de la religiosa España; la benigna y potente mano del Padre de los creyentes hizo menudos trozos el lazo armado por la sanguina= ria impiedad; mudó el consejo de Asuero y nos libró como á nuevos Mardoqueos, y su Pueblo escogido , quedando suspendido en la tortura de su patíbulo el Aman exterminador del Mona- quismo. ¡Ah! ¿quis loquetur potentias Domini, auditas faciet omnes laudes ejus? ¿Quién tendrá caudal bastante de expresiones, de voces, y de sublime elocuencia para penetrar hasta la com- prehension de los consejos , sabiduría y polencia de un Dios, que así prodigiosamente se rie, se burla, juega, y convierte en triunfo suyo los co- razones, las tramas, y los odios mas acalorados de la infeliz astucia de los implos? ¿Mas quién sino el que radicado en la fé, siempre vencedora y viva, como en la esperanza fundada en la vir tud de Dios, mira palpable en medio de nosotros la verdad santa, de que jamás puso algun hom= bre su confianza en Dios que fuese confundido? ¿Preguntad sinó 4 todas las generaciones qué