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h 6 mismos; los que saben que no viven en este mundo para acallar sus pasiones, dándolas los gustos que apetecen , sino para hacer. las guerra sujetándolas al imperio de la ley, y sofocándolas en el mar Rojo de la verdadera contricion, mortificacion y Penia tencia cristiana. Orad, pues, para no caer en la tentacion. Log hombres todos tienen puestos sus ojos en nosotros, y consideran nuestras obras; los buenos para alabar á Dios si las ven cons formes á nuestra profesion, y los malos para vituperarnos si lag observan contrarias. Guardáos de escandalizar á los débiles, y no deis lugar á que el nombre de Dios sea blasfemado: si se os pre- senta como dificil arreglar vuestra conducta á los enseñamientos de la ley y ejemplos de nuestros mayores, considerad la grandeza del premio que nos está prometido, y la esperanza de gozarle os lo hará todo fácil y gustoso. Ya habeis visto , que lejos de agravar, hemos suavizado el peso de las antiguas Ordenaciones. Observad las que os hemos recordado como precisas y necesarias para res. tablecer el órden, dar á todos buen ejemplo , honrar nuestra pro- fesion y hacernos dignos de la gloria. Luego que los PP. Guardianes reciban estas nuestras letras, las leerán por primera ver á sus Comunidades en el modo y for- ma acostumbrada , dándonos aviso del recibo y de haberlo así racticado. Y despues se leerán de cuatro en cuatro meses en se- uida de las Constituciones de la Orden, que continuarán leyén- dose de dos á dos , como en ellas mismas se previene. Dadas y selladas en este nuestro Convento de San Antonio del Prado de Madrid á de Marzo de 1825.— Fr. Lino de Cantalapiedra, Ministro Provincial.
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