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15 puestros Conventos, como está varias veces prevenido y man» dado por Constituciones Pontificias. Encargamos toda prudente vigilancia á los Prelados , acerca dela excesiva frecuencia de nuestros Religiosos en la portería y locutorio, sin que á éste pueda ir. alguno sin prévio aviso y conocimiento del Prelado conventual. Finalmente declaramos; que las Ordenaciones anteriores, así Generales como Provinciales, no han obligado ni obligan á pe- cado alguno , sino solo acerca de aquellas cosas que están pro- hibidas por la ley de Dios, nuestra Regla Seráfica , por Consti- tuciones Apostólicas y prácticas bien recibidas de la Provincia. Ellas han sido, como son éstas, unos meros recuerdos de nues- tras obligaciones, y unas prevenciones ordenadas al bien comun de; los Religiosos, que consiste en la buena disciplina, . obser- vancia regular y cumplimiento de lo que hemos prometido guar- dar. Por tanto, Carísimos Padres y Hermanos, supuesto que no hacemos mas que recordarus vuestros deberes , y señalaros el ca» mino que conduce á la vida eterna, andad por él: Hec est vía, ambulate in ea; y si no quereis experimentar los amargos senti- mientos de un arrepentimiento sin fruto, aprovechaos del tiem- po presente para obrar con rectitud , para apartaros de todo mal, y prevenir con el ejercicio de las virtudes propias de nuestro Ins- tituto, la venida del Juez Supremo de vivos y muertos, terrible solamente para los hijos.de perdicion. Renoyémonos , Carísimos como quiere el Apóstol, en aquel primitivo-espíritu en que nos engendró N, $. P. $, Francisco, y en que se santificaron tantos ilustres Hermanos nuestros, que go- zan de la vida bienaventurada, y con cuyos nombres nos. hon- ramos, y se gloría la Iglesia Católica. Pudieron ser Santos aquellos, tambien podemos y debemos serlo nosotros; pues en frase del Padre San Ambrosio no fueron de mejor naturaleza, sino de mas exacta observancia Evangélica : no iguoraron los vicios, sino que los enmendaron. Peleemos legítimamente , y seamos fieles Capu- chinos los breves momentos de esta vida mertal, para conseguir la verdadera felicidad y la corona eterna que está prometida, no á los que empiezan, sino á los que perseveran en su vocacion. Advertid , Carísimos, os diré con san Pablo, que necesita Mos una muy examinada y prudente cautela en nuestra conducta»
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