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i + h de aquél querer agregarlo á sus cuerpos, honrándose de hallar entre sus nombres escrito el de Fr. Diego José de Cádiz por su virtud , por su ciencia. Concluyamos; Señores , ésta. fue infusa: si pudierais venir conmigo al coro de los capuchinos de Ubrique, las mismas paredes de él os dirían que fueron testigos cuando Fr. Diego se escusaba en la presencia del Señor, diciendo con su humildad con Jeremías por tres veces. ¡ Ah! des- pues de un estrepitoso ruido, de haber oido estas pa- labras: Ego dabo tibi sapientiam cui .non poterum re- sistere adversari tui. No temas , que yo te daré una sabiduria tan estupenda que mo podran resistirla tus «contrarios y mios. Y ved aqui 1e no dudo afir- -mar que su sabiduria fue don del Espíritu Santo,y mas viéndola acompañada de su gran espíritu pro- fético. ¡ El espíritu y don de profecía , segun Tertuliano, es uno de aquellos irrefragables testimonios con que dió el Señor á conocer á los hombres el sacramento grande de su dignidad , aquel Señor que se gloría con el concejo de sus santos, y tiene todas sus delicias en tratar con los hijos de los hombres, ha querido po- ner á nuestra vísta una multitud de héroes del anti- guo y nuevo testamentoá quienes nada ocultó de cuanto habia reservado para la otra vida. Yo me to- maría gustuoso el trabajo de referiros una numerosa “sucesion de varones grandes que fueron enriquecidos -enlos siglos pasados con esta gracia, cuando Fr. Die- go de Cádiz no fuera bastante á acreditar la miseri- cordia y poder de todo un Dios; porque á.la verdad que favores franqueó á sus antiguos patriarcas y pro - fet: no los veamos maravillosamente reproduci- ni Venerable hermano; la familiaridad y tra- Moises, las visiones de Jeremias, las ha- osas de Isaias, las ternuras y caricias de las Catalinas y Magdalenas, todo se ve reunido en este fiel depositario de las grandezas del Altísimo. Las

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