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27 ¿Mas no es ya el hecho mismo el que decide ? mo estamos ya gustando los dulces frutos de esta prosperi. dad anunciada del cielo con tan visibles señales? Soberano Redentor nuestro: vos veis con el mayor agrado ; vos os complaceis en los obsequios que os tri- buta el monarca que hemos recibido de vuestra mano, unido á su pueblo que lo mira como el don mas pre- cioso que le habeis hecho para reparar sus pasadas Ca= lamidades ; ya gusta Dios nuestro este vuestro pueblo de la felicidad que se prometia con solo poses ; Obra vuestra ha sido, Señor , esta milagrosa posesion , y obra vuestra es preciso que sea llevar á 30 la E dad comenzada: patentes os estan , Dios mio, los deseos de cooperar á ella , de entregarse tedo á la felicidad de sus vasallos : deseos que no dexan descansar su uso corazon hasta verlos logrados. .¿ Dexarcis, Señor, inmp fecta cos h obras... ¡ah! yo me atrevería en tal caso tanto esmero veísquéten , vueestreimaádo ernándo se marchitaria , Señor, si dexascis imperfecto lo que tan gloriosamente habeis empezado á la faz de las naciones: atendedá la piedad y devocion con que Os invoca y que procura infundir al pueblo que le habeis confiado, ¡Aly yo oigo las yoces secretas de su corazon piadoso diri- giéndoos aquellas palabras de vuestro siervo David aun- que sin la culpa que habia cometido este Rey. “Yo di.

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