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DE LA CONFESION SACRAMENTAL. 89. el. conocimiento de sus maldades apénas se atreve á andar sinó encorvada y temblando ; y aplicando noso- tros estas preciosas palabras al presente asunto , quie- ren decir : que el alma al acercarse al confesonario hu» millada interior y exteriormente por el conocimiento de sus-culpas, ha de venif con la vista y las rodillas en tierra, olas: manos cruzadas, y respirando en sus pas labras y movimientos un santo encogintiento gu manera de un reco que se: presenta asu juez , cargado de sus delitos; pero al mismo tempo debe acercarse con aquella filial -«confianza del hijo Pródigo quando se arrojó en los brazos de su padre, de. quien -espera= ba, y de quien efectivamente consiguió un favefable recibimiento. «Esta precisa condicion falta en aquellas personas que en lo exterior muestran humildad , ocultando en lo interior una soberbia luciferina ; la qual aparece lue- go que el Confesor les manda rescindir los contratos injustos , arrojar. de su voluntad y su compañía la oca» sion y fomento de su pecado , restituir la hacienda ro- bada,ó la fama denigrada con sus murmuraciones y calumnias. De esta clase de personas dice admirable- mente el Espiritu Santo : Est qui nequiter bumiliat se, et interiora ejus plena sunt dolo. Hay hombres de un corazon doble y mentiroso : aparecen una cosa por de fuera, y son muy diferentes por adentro: por afuera hu- mildad , sinceridad y compuncion 5 por adentro doblez, soberbia y mentira. Sepan semejantes gentes , que,