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72 | DOCTRINA IV. % E fermos y los encarcelados : en suma , si el Confesor e detiene 4 exáminar sus desórdenes , y les prescribe remedios contrarios 4 sus vicios , esperando su práctica obediencia para no proceder con ligereza a concederles la participacion de la santa mesa; ¡ay Dios! luego cm. piezan 4 titubzar , luego se arman de mil excusas y E pretextos , luego exágeran y acriminan la austeridad y. | dureza del Ministro de Jesucristo , que los trata, dicen; con demasiado, rigor; pero los infelices demuestran has E ta la misma evidencia con estas resistencias y frívolos Á «pretextos la ineficacia de sus propósitos, pues rehusan K practicar los medios necesarios ó convenientes para la consecucion del fin deseado que es su enmienda. No nos. engañemos á nosotros mismos , ni 4 los Confesores que. nos escuchan. Dios ve nuestros corazones , y no le po- demos engañar con lo aparente de nuestros propósitos y la veleidad de nuestras resoluciones. Si pretendemos nuestra justificacion en el Santo Sacramento de la Pe= nitencia, es menester que acompañemos el verdadero dolor de todos nuestros pecados con un verdadero pros pósito de enmendarnos de todos ellos: con un propó- sito , digo, firme, estable, permanente: un propósito universal que se extienda y abrace 4 toda culpa mortal, sin excluir ninguna de qualquiera especie que sea: un pro- pósito eficaz que se valga de todos los medios , por mas dolorosos , ásperos y repugnantes que sean Á nuestra viciada naturaleza, para apartarnos del pecado y hacer- nos practicar la virtud. Acudamos 4 Dios, que como di.

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