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DEL EXAMEN DE LÁ CONCIENCIA 83 de ser con tan demasiada escrupulosidad, quese atur- da el entendimiento, se confunda el espíritu , y.el al- ma del hombre se ahogue en un abismo de inquictu- des y perplexidades:: la virtud de la prudencia sabe ele- giry practicar un medio justo entre un exámen lige- ro, superficial y dimidiado , y entre otro exámen ni- miamente prolixo , embarazoso y no necesario. Pónga- se el mayor cuidado en la mudanza del corazon, y en mirar con sinceridad las disposiciones en que se halla delante de Dios, y no dudemos que la divina luz le Hustrará para el acierto. Heo siguiendo la doc- trina del Santo Concilió dé Trento, que era necesario exáminar los pecados internos; esto es, la soberbia, que es el principio, la raiz envenenada, y el origen funesto de todo pecado : la envidia, que eomo una ma- ligna ficbre nos consume las entrañas de la caridad, y desticrra de nosotros los dones del Espíritu Santo: el ódio, la enemistad, la venganza, el astuto deseo de lu- cir en las concurrencias del mundo, aunque sea con atropellamiento de la inmaculada ley del Señor, y otros pecados semejantes; pero sobre todo es menester aplicar la mayor atencion sobre la pasion dominante, y los pecados que la: anteceden, acompañan y sub- siguen Esencialisimo punto es este; ¿y ojala pudiera 4 precio de mi propia sangre dexarle profundamente grabado en vuestro corazon. No queramos adularnos á nosotros mismos , ni mentir al Espíritu: Santo pensando que no ) tCNEMOS esa pasion tan “perjudicial TOM» IV. | E

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