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DE LA PRIMERA DOMINICA» 373 sin dar un paso: hácia'nuestra justificacion. Sería una” cosa bien digna de llorarse con lagrimas. de sangre el ¿que se hallase entre nosotros algun' pecador que con- tase treinta y ocho años en sus ¡Vicios , como. el otra. los contaba de entorpecimiento en los. miembros de su. cuerpo. ¡ ¡Qué dolor , si se dixese con verdad , este - hombre , esta muger llevan Ja mayor parte de su vida - enfermos en la: torpeza , dominados de la soberbia, B consumidos de la envidia, y. entregados ¿á los desór- - denes mas Na pe la gula, la ambicion, la ava- ici sad je E £ cla la nues ra, si en este infeliz rs nos e SAO! Pero ¡qué consuelo saber que no podemos quejarnos de que nos falta un - hombre que nos favorezca! Tenemosle , amados mios, Eno ménos grande que un Hombre Dios, que nos ama con. caridad perfecta, y desea sanar nuestras espirituales - dolencias introduciéndonos en la saludable piscina de la penitencia. A todos pues en general, y á cada uno en Peicalas nos pregunta: Vis sanws fieri? ¿Querecis sa- nar? Responded con ingenuidad. ¿Quereis salvarost - Nosotros sabeis que sin penitencia no hay perdon : sin «perdon no hay gracia : sin gracia no hay gloria. ¿Quán- «do pues habcis de, hacer- penicncis ¿Mas adelante? EA pertraidod!. | E e _SERMON SOBRE NO DILATAR LA PENITENCIA, am OS e ciojugÉ esa sbea ¿07 ob nro e91920q «ft La a, - xn ; ' a pe ' »E f be ' , v pon » A o . EAMRESIIES TUTO TA A Vis quero E sdrriodog s iirstids bes dy Ll >» oz
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