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DE CENIZA. i 3 5 5 dote de la muger y el patrimonio de los hijos en los pe- caminosos juegos de suerte, tantas veces prohibidos por las leyes Canónicas y Reales? ¿Quántos, quántos de vosotros habreis malgastado muchas horas de esta mis- “ma noche, que ha precedido4 la imposición. de las ce- nizas benditas? ¿Y con tan malos preparativos preten- - deriais persuadirnos que pensabais en la muerte? No, hijos mios muy amados, no lo pensabais. No pensabais en aquel momento que os _despojará irremisiblemente de las EquEzaS os >, quitará los Splcos, 9 OS argROCará de 4 A, AS e mesas, y Os sumergirá en la sepultar. No PO en “aquel momento que tiene de cierto que ha de ser, de incierto el quando será, y de ciertisimo que nunca vol- verá 4 ser; porque lo que en él se decretáre de noso- tros eso ha de quedar invariable por toda la eternidad. Vamos pues á pensar en la muerte, y para que nos sea más útil su memoria considerémosla como inevitable, - como oculta, como irreparable, Kc. SERMON DE LA MUERTE. YY 2

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