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á con Pe solemnidad el año de, 1660.€n, Iiasencia de s Luis el Grande, Rey de Francia, por el Arzobispo de naa Juan:Bancista: ¡Monini. sa ¿10 2317 >01 AÑO Este es el término dichoso de esta penitente muger, ADO E Término feliz de una alma que. ¿AMÓ mucho a Dios, - como dice el Evangelio: Dilexit multúm. Término en- —yidiable de una muerte preciosa en los ojos de Dios, que la memoria de lo pásado alegra, la vista de lo pre- sente regocija, y el conocimiento de lo por, venir llena de inexplicable consuelo. ¡91 muerte de los JLstos, que ; srcigsible -s 4 los ques pensar en resultas! A a SOrRE justortm (. “Pero ¡ay! ¿De qué me sirven estos ineficaces deseos, si mi 8 conciencia me da un contrario testimonio? Si la: muerte «es el eco dela vida, ¿cómo 4 la voz ronca. y pavorosa de unas costumbres corrompidas ha de corresponder el eco suave, delicado y dulce de un término precioso? - No amados pecadores de mi alma, no lo penseis así. - Dexaos persuadir de mis deseos, que no son otros que los de vuestra salvacion: tened entendido quesi la muer- re de los justos es preciosa en los ojos de Dios por la . memoria de lo pasado, por la vista de lo presente , y por el conocimiento de lo por venir, por estas mismas razones idénticamente es mala, es horrorosa, es pési- ma la muerte de los pecadores. Esto es una 2 verdad de | Fé; pero como vVOSOtrOSw.. Sc. - SERMON: DE“ LA MUERTE DEL JUSTO Y LA DEL PECADOR, (1). Num. Cc. Xx. v. 10. 4 DIA TOM. IV» A E Ñ " — o
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