BCCSAL000584-F-13000000000000

316 DOMINGO VI. me ha de recibir eon amor. Ea pues no nos detenga. mos un punto, vamos 4 casa de mi padre: Et sur gens venit ad patrem. ¡ Dichoso momento, señores, para el hijo Pródigos ¡Feliz instante, en que conociendo la bondad de su padre, y su propia malicia, se resuelve 4 enmendar la vida! Acaso se hubiera perdido eternamente si hubierg dexado pasar en vano aquel instante. Alerta, pecadores, para no diferir de dia en dia la conversion de vuestras costumbres , el abandono del pecado, y la vuelta hácia vuestro Dios. Con efecto , amados mios, vuelve el hijo Pródigo á la casa de su padre á tiempo que aquel vene= rable anciano desde un lugar eminente tendia la vista por el campo, y reparando á lo lejos en un pobre roto, tris- té y macilento, le mira con atencion , y reconociendo ser su hijo, se le conmueven las entrañas al verle en un estado tan lastimoso; y lleno de misericordia, sale apresuradamente de su casa, y con los brazos abiertos corre hácia su hijo, que postradg en tierra , lleno de vergiienza y confusion le espera. Llega el padre, le abra» za, le besa, y rendido de su' amor, se inclina sobre su cucllo. Levanta el hijo la voz, interrumpida con suspi- ros, y ancgada en lágrimas, y dice: Padre, 4. vuestros pies se postra este mal hijo, confesando que pecó con- tra el ciclo y contra tí. No merece ya nombrdrse hijo de un padre tan amable: admitidle por criado , y que- dará contento. No teneis que reprehenderme , padre - mio, harto me reprehenden estos sucios andrajos que me cubren: bastante me avergiienzan mi pobreza, mi

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz