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k DE LA PREDESTINACION Y-SUS SEÑALES. 279 sis. No sé , amados oyentes mios, si estas terribles pa- labras hablan con vosotros. Si atendemos 4 vuestra ma- rerial asistencia a los sermones, parece que no os com- henden. No vemos otra cosa que inundarse de gen=:: te los templos. Mas si miramos su significación, ¡ay' Dios, y 4 quántos toca! ¿Hay alguno entre vosotros que venga á oir la palabra de Dios, como palabra suya? ¿Para poner por obra lo que ois, para dexar los vicios y practicar las virtudes? ¡O Dios mio, y qué contados son estos! Unos vienen por ver si el predicador es hom- -breinstruido , si maneja con brillantez y hermosura la di- ina palabra , si es clegánte ó tiene buen estilo: otros porque no se diga que huyen, por bica parecer , por mera ceremonia, por tener de que hablar en:las 'rertu- Jas, en las visitas, en las conversaciones: por ver si se: le escapa alguna expresion ménos limada ó limpia. Pero todos, Ó:casi todos, vienen con una indiferencia asom- brosa, con una estupidez € insensibilidad, que da bien: entender no comprehenden que noes suficiente oit ; peer de Dios, sin pasar á executarla: Quinimo - beati, qui audiunt verbum Dei, et custodiunt illud. ¿No- ts verdad, hombre altivo, vano y soberbio, que despues de: mas de doscientos sermones que has oido, no has puesto en práctica tan sola una verdad de quantas te. han predicado?:¿No es así, muger habladora, que sin de=' xar sermon que no oigas y critiques, no has oido: hasta ahorá-uno:con que te enmiendes? ¡Pues ay, ay de vo» SOLOS ,:y qué pocas muestras dais de predestinados!:

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